Ayer Stallone ganó, no un Oscar, si no un lugar en nuestros corazones.
Partía cómo favorito por un motivo: se lo merecía, y eso ya es suficiente.
Stallone es un gran artista que siempre ha estado infravalorado. Escritor, director y actor, empezó desde la nada, cómo Rocky, siendo un muchacho de pocos recursos en las calles de Filadelfia.
Por eso queremos tanto a Rocky, porque es cercano, es real, y le conocemos.
El gran número de premios que ha ido recibiendo por esta interpretación son una rúbrica a su gran trabajo, un trabajo que por otra parte no necesita el reconocimiento, porque habla por si sólo.
«Creed» es una gran película, y lo es porque sabe cómo tocar la fibra sensible sin ser empalagosa, es nostálgica, sin caer en cursilerías, y es conmemorativa sin ser un plagio.
Stallone hace un gran trabajo, porqué hace evolucionar el personaje, un personaje al que conocemos desde hace 40 años. Le vimos crecer, enamorarse, aprender de sus fallos, trabajar muy duro, y lograr la gloria. Y también le vimos caer y volver a levantarse.
El Rocky de «Creed» es maduro, un personaje acorde a su edad, lo que se agradece. Vemos a un Rocky que vive tranquilo, dedicado a su negocio, que ya no pasa por el gimnasio, y que recuerda con nostalgia sus años de campeón de los que sólo le quedan las fotos colgadas en la pared, y el cariño de sus vecinos. Es un Rocky dolido, que sufre la distancia que su hijo mantiene con él, y que echa profundamente de menos a su esposa.
La pasión por Adrian está viva en la cinta de una forma sútil y muy cuidada.
A su vida llega Adonis, un joven que es él mismo hace 40 años. Por eso nos emociona tanto. La ilusión, el trabajo, el entrenamiento… todo lo vimos en el 76: la gallina que se escapa, los madrugones, la comba, las flexiones, las escaleras… es lo mismo, pero visto desde la perspectiva de la experiencia, la misma ilusión, pero con un corazón que ha vivido ya mucho.
El punto de inflexión lo da la visita al hospital (aviso, siguen spoilers), Stallone está a la altura de los grandes, esa escena es memorable, hace que un nudo se te forme en la garganta, le cambia la expresión, la forma de moverse, de hablar… afronta con un realismo increíble un golpe más que le da la vida. El recuerdo de Adrian lo ocupa todo entonces, Rocky está roto, y es un chaval cargado de ilusión y esperanzas quién viene a tenderle la mano que lo saca del abismo y lo impulsa a luchar. A luchar esta vez contra un oponente invisible que ya le arrebató lo que él más quería.
Porqué él mismo lo repite sin cesar, tú eres tu propio adversario. Luchas contra ti mismo.
Stallone al igual que Rocky se ha reinventado con esta película, ha dado una vuelta y ha dejado a todos con la boca abierta, dando algo de lo que no le creían capaz. Paso a paso. Golpe a golpe. Los premios no hacen a los ganadores.